Menopausia y sofocos: solo el 57% de las mujeres que sufre síntomas pide ayuda médica

Menopausia y sofocos: solo el 57% de las mujeres que sufre síntomas pide ayuda médica

A los 50 años, muchas mujeres piensan que la vida empieza a estabilizarse. Sin embargo, para millones en España, esta fase se rompe con la llegada de la menopausia. Los sofocos, el insomnio o los cambios de ánimo se convierten en una constante que altera rutinas, descansos y la propia autopercepción que una mujer tiene de sí misma. Lo sorprendente es que, pese a su impacto, la mayoría no busca ayuda profesional.

Hasta ocho de cada diez mujeres sufren síntomas relacionados con la menopausia, pero sólo el 57% ha consultado a un médico o farmacéutico. El resto se apoya en familiares, amistades o internet.

Este dato revela que muchas mujeres han normalizado un malestar que, aunque natural, no debería asumirse en silencio. Porque la menopausia no es una enfermedad, sino una transición biológica que marca el final de la etapa fértil, cuando se cumple un año sin menstruación. Para combatir esta situación, hay que evitar la falta de información y eliminar el tabú cultural asociado a la menopausia y sus síntomas.

Sofocos: el síntoma más incómodo y frecuente

Entre todos los signos de la menopausia, los sofocos son los más comunes. Consisten en una sensación repentina de calor que suele comenzar en el pecho o el cuello y se extiende al rostro. En segundos, la temperatura corporal sube y la piel se enrojece. Muchos vienen acompañados de palpitaciones, sudoración y una sensación de ansiedad. Por la noche, estos episodios pueden provocar los llamados “sudores nocturnos”, alterando el sueño e incidiendo negativamente en el descanso y bienestar de las mujeres.

Algo que afecta a millones de mujeres en España. No en vano, más de 10 millones de mujeres que viven en España, con una edad entre los 45 y 55 años, tienen la menopausia. Y, según la AEEM, el 80% de las mujeres sufren sofocos en los primeros años tras la última regla. En algunos casos, incluso, pueden prolongarse durante más de una década.

Un proceso natural que sigue siendo tabú

Hablar de la menopausia sigue siendo un reto en España. A diferencia de otras etapas de la vida, continúa marcada por silencios e incomodidades. El Barómetro de la Menopausia muestra que el 43% de las mujeres no ha consultado nunca a un profesional sobre sus síntomas. Una falta de comunicación que, en parte, se debe a la también escasez de información de las afectadas.

Al respecto, hay mujeres que aún desconocen lo que es la perimenopausia, una fase que viven muchas mujeres antes de la menopausia. En este periodo se acentúan los cambios hormonales: ciclos irregulares, sofocos esporádicos, descenso del deseo sexual o dificultades para dormir. Esta falta de información hace que muchas confundan los síntomas con estrés o fatiga.

Por ello, la educación sanitaria es una herramienta fundamental. Contar con información actualizada y contrastada, como la que ofrece la web , https://www.menopausiaysofocos.es a entender mejor los mecanismos del cuerpo y a desterrar la idea de que los sofocos o los cambios de humor son “inevitables”.

Con esta información, las mujeres se sienten más seguras a la hora de consultar con profesionales médicos y recibir buenos diagnósticos para aplicar tratamientos concretos, evitando que los síntomas afecten el bienestar laboral, emocional y social. De hecho, seis de cada diez mujeres aseguran que sus sofocos y alteraciones del sueño influyen en su rendimiento y energía diaria.

Que el 80% de las mujeres sufra sofocos y otros síntomas relacionados con la menopausia, pero casi la mitad no busque ayuda médica es un dato que debe hacernos reflexionar de la razón por la que aún existe, en pleno siglo XXI, el tabú, la desinformación y la tendencia a restar importancia de la menopausia.

Por ello, hoy más que nunca, es necesario informar, consultar y acompañar a las mujeres en esta fase de su vida. Romper el silencio sobre la menopausia ayudará a mejorar la calidad de vida de las mujeres, normalizando una realidad que, a diferencia del mito, no debe vivirse sola.